sábado, 1 de junio de 2013

La generación del 98


LA  GENERACIÓN DEL 98


La generación del 98 es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social acarreada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876.
Los autores de la generación mantuvieron, al menos al principio, una estrecha amistad y se opusieron a la España de la Restauración.

CARACTERÍSTICAS

  • 1. Distinguieron entre una España real miserable y otra España oficial falsa y aparente. Su preocupación por la identidad de lo español está en el origen del llamado debate sobre el Ser de España, que continuó aún en las siguientes generaciones.
  • 2. Sienten un gran interés y amor por la Castilla miserable de los pueblos abandonados y polvorientos; revalorizan su paisaje y sus tradiciones, su lenguaje castizo y espontáneo. Recorren las dos mesetas escribiendo libros de viajes, resucitan y estudian los mitos literarios españoles y el Romancero.
  • 3. Rompen y renuevan los moldes clásicos de los géneros literarios, creando nuevas formas en todos ellos. En la narrativa, la nivola unamuniana, la novela impresionista y lírica de Azorín, que experimenta con el espacio y el tiempo y hace vivir al mismo personaje en varias épocas; la novela abierta y disgregada de Baroja, influida por el folletín, o la novela casi teatral y cinematográfica de Valle-Inclán. En el teatro, el esperpento y el expresionismo de Valle-Inclán o los dramas filosóficos de Unamuno.
  • 4. Rechazan la estética del Realismo y su estilo de frase amplia, de elaboración retórica y de carácter menudo y detallista, prefiriendo un lenguaje más cercano a la lengua de la calle, de sintaxis más corta y carácter impresionista; recuperaron las palabras tradicionales y castizas campesinas.
  • 5. Intentaron aclimatar en España las corrientes filosóficas del Irracionalismo europeo, en particular de Friedrich Nietzsche (Azorín, Maeztu, Baroja, Unamuno), Arthur Schopenhauer (especialmente en Baroja), Sören Kierkegaard (en Unamuno) y Henri Bergson (Antonio Machado).
  • 6. El pesimismo es la actitud más corriente entre ellos y la actitud crítica y descontentadiza les hace simpatizar con románticos como Mariano José de Larra, al que dedicaron un homenaje.
  • 7. Ideológicamente comparten las tesis del Regeneracionismo, en particular de Joaquín Costa, que ilustran de forma artística y subjetiva.
  • 8. Ofrecen un carácter subjetivo en sus obras. La subjetividad toma mucha importancia en la Generación del 98 y en el modernismo

Por un lado, los intelectuales más modernos, secundados a veces por los propios autores criticados, sostenían que la generación del 98 se caracterizó por un aumento del egotismo, por un precoz y morboso sentimiento de frustración, por la exageración neorromántica de lo individual y por su imitación servil de las modas europeas del momento.
Por otra parte, para los escritores de la izquierda revolucionaria de los años treinta, la interpretación negativa de la rebeldía noventayochesca se une a una fundamentación ideológica: el espíritu finisecular de protesta responde al sarampión juvenil de un sector de la pequeña burguesía intelectual, condenado a refluir en una actitud espiritualista y equívoca, nacionalista y antiprogresiva. Ramón J. Sender mantenía todavía en 1971 la misma tesis (aunque con supuestos diferentes).
Los problemas a la hora de definir a la generación del 98 siempre han sido (y son) numerosos ya que no se puede abarcar la totalidad de experiencias artísticas de una extensa trayectoria temporal. La realidad del momento era muy compleja y no permite entender la generación basándose en la vivencia común de unos mismos hechos históricos (ingrediente básico de un hecho generacional). Esto se debe a un triple motivo:
  1. La crisis política de finales del siglo XIX afectó a bastantes más escritores que los englobados en la generación del 98.
  2. No se puede restringir la experiencia histórica de los autores nacidos entre 1864 y 1875 (fechas de nacimiento de Unamuno y Machado) al resentimiento nacionalista producido por la pérdida de las colonias. Se afianzaba además por aquellos años en España una comunidad social y económica casi moderna.
  3. El auge del republicanismo y la pugna anticlerical (1900–1910), así como importantes huelgas, sindicalismo, movilizaciones obreras o atentados anarquistas.
Sin embargo cabe preguntarse, ¿cómo es que la generación del 98 no tomó nombre del Modernismo, ya que surgen paralelamente y persiguen metas parecidas?

PÍO BAROJA


Pío fue el tercero de tres hermanos: Darío, que murió joven aún en 1894; Ricardo, que sería en el futuro también escritor y un importante pintor, conocido sobre todo por sus espléndidos aguafuertes, y Pío, el hermano menor, que dejaría la profesión de médico por la de novelista hacia 1896. Ya muy separada de ellos, nació Carmen, que habría de ser la inseparable compañera del novelista y la mujer del futuro editor de su hermano, Rafael Caro Raggio, ocasional escritora también.
El continuo ir y venir de su familia inculcó al futuro novelista la afición a los viajes y le permitió conocer bien el país, pero lo transformó en un desarraigado. A los siete años marchó con su familia a Madrid, donde el padre obtuvo una plaza en el Instituto Geográfico y Estadístico; sin embargo, volvieron a Pamplona y otra vez de nuevo a Madrid. Baroja se aficionó a la literatura mientras era joven, habiendo devorado buena parte de la literatura contemporánea desde el siglo XVIII después de clásicos juveniles como Stevenson, Julio Verne, Thomas Mayne-Reid y Daniel Defoe. Se libró del servicio militar, que le repugnaba. En 1891 terminó la carrera de medicina en Valencia y se doctoró en 1894 en Madrid con una tesis sobre El dolor, estudio psicofísico.

OBRAS


Zalacaín el aventurero La obra habla sobre varias de las aventuras y desventuras de un muchacho vasco, Martín Zalacaín, nacido en la villa imaginaria de Urbía o Urbide y criado por un viejo pariente, Tellagorri, un cínico de la taberna del Arcale. Su hermana, Ignacia o «la Iñasi», es pretendida de amores por el señorito Carlos de Ohando, su enemigo y hermano de Catalina de Ohando, a la que Zalacaín ama. Para evitar que Carlos engañe a su hermana Ignacia, Martín la casa con un amigo suyo, Bautista Urbide, ayudante del panadero del pueblo. El matrimonio se irá a vivir a Zaro, un pueblecito vascofrancés, pero luego Bautista acompañará a Martín Zalacaín en muchas de sus correrías.

El árbol de la ciencia narra  la vida como estudiante de medicina de Andrés Hurtado. A través de su familia, profesores, condiscípulos y amistades diversas, Baroja traza una despiadada radiografía del Madrid burgués y proletario de finales del siglo XIX. Se nos cuenta la estancia de Hurtado como médico en Alcolea, aprovechada para mostrar la penosa situación del campesinado: caciquismo, ignorancia, desidia, resignación), el retorno a Madrid (destaca aquí el informe redactado sobre la prostitución de la época que se realiza gracias al trabajo de Andrés Hurtado como médico de higiene) y, finalmente, el desgraciado matrimonio con Lulú, chica que conoció en sus tiempos de estudiante.

Los últimos románticos La acción de Los últimos románticos empieza en la primavera de 1866 con la llegada del protagonista, D. Fausto Bengoa, a París para visitar a una vieja amiga francesa de su madre, que quiere hacerle a él y a su familia herederos de sus bienes. Los primeros capítulos describen la integración de D. Fausto en el París de la época y las relaciones que va estableciendo con los emigrados políticos españoles en esa ciudad.
En junio del mismo año llega su hija Asunción, que se va a convertir en dama de compañía de la vieja dama, hasta la muerte de ella. El campo de acción se agranda con los amores de Asunción y un joven español, también emigrado, desdeñoso e individualista, trasunto a veces del propio Baroja.
Termina la novela con la muerte de la dama francesa y la llegada a París de la esposa y la hija pequeña de D. Fausto, lo que augura unas situaciones diferentes que serán el objeto de la siguiente novela: Las tragedias grotescas.

Las tragedias grotescas La novela empieza con el traslado de Fausto Bengoa desde su querido Barrio Latino a un barrio nuevo de la orilla derecha del Sena a instancias de su mujer, Clementina, quien va a cambiar radicalmente la manera de vivir de la familia. Clementina es ambiciosa y sensual y sus proyectos vitales son antagónicos a los de D. Fausto. A medida que transcurre la novela, el matrimonio se va separando y D. Fausto se va quedando más aislado y solitario. Incluso llega a perder la amistad y el aprecio de sus antiguos correligionarios republicanos españoles al aceptar, presionado por Clementina, una distinción de la reina Isabel II, exiliada en París. El final de la novela coincide con el estallido de la Comuna de 1871, y la descripción de ese episodio constituye el momento más sobresaliente de la novela. La frase final que pronuncia D. Fausto contemplando el desastre final de la Comuna no sólo redime a un personaje grotesco en casi toda la historia, sino que ofrece un marco de esperanza vital: «La vida, créelo, Nanette, no acaba nunca... Siempre se está al principio... y al fin».

Camino de perfección (pasión mística) El protagonista, Fernando Ossorio, es un joven confuso y con el alma atormentada, debido a un fuerte existencialismo, ya que sus experiencias siempre han estado ligadas a la muerte. Los personajes que se va encontrando son por lo general ideas, o representan a la categoría social o profesional de la que Baroja tiene algo que decir. Fernando emprende un viaje con un objetivo, más bien purificador, desde Madrid hasta Levante, durante el cual intenta superar sus desequilibrios anímicos y su indolencia, orientarse hacia la voluntad y la acción y recuperar el perdido contacto con la naturaleza. Pese a que no siente haberlo conseguido, es al final en donde se da cuenta que todo lo que ha pasado, todo su viaje, le ayudó a comprender que está decidido a alcanzar lo que quiere y que tiene la fuerza para terminar su camino.

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